Abu Haq Es Saheli, un genio granadino perdido en la Historia

Manuel Pimentel rescató del olvido al poeta y arquitecto en 2008 con su libro 'El arquitecto de Tombuctú'. Profundizamos en una trayectoria apasionante y merecedora de perdurar en el futuro

22.10.12 - 00:30 -
CARLOS BALBOA | @charlybalboa | GRANADA

http://www.ideal.es/granada/400-palabras/10/20-21/mezquitabuena1--647x350.jpg

La mezquita de Djinguereiber, obra cumbre de Es Saheli

Pocos pueden presumir de una biografía repleta de aventuras e intrigas como la que completó él. Pocas vidas, también, son tan poco conocidas habiendo hecho tanto a lo largo de ellas para que sucediera justo lo contrario. En 2008, el escritor y ex ministro Manuel Pimentel se encargó de remediar este agravio con su maravilloso libro "El arquitecto de Tombuctú", que no es otro que Abu Haq Es Saheli, un genio que no ha trascendido en la Historia tal y como se merece. Fue un genio que alcanzó grandes cotas de fama y prestigio. Fue un genio granadino.

Este poeta de vocación vino al mundo en la Granada nazarí de 1290, una ciudad inundada en cada esquina por la pasión hacia la cultura. Hijo de alamín del gremio de los perfumeros, sufrió en su juventud la salida de su padre de la casa familiar, ya que optó por buscar en los brazos de su segunda esposa y su nuevo suegro una mayor dosis de prestigio profesional. Le costó encontrarlo, mientras que su hijo se hacía un nombre en la ciudad a pasos agigantados.

Es Saheli, tras su paso como ayudante de la notaría de la Alcaicería, alcanzó un puesto como secretario de la Chancillería de la Alhambra. Su imparable vida laboral no le impedió disfrutar de los placeres de la noche granadina. El vino y el anacardo le hacían perder horas de sueño y mermaban su fama como poeta de grandes versos.

Años convulsos

Las intrigas en la Alhambra acabaron con Omán, el suegro de su padre encarcelado, y con éste y su "otra familia" 'exiliados' en la casa de su propio hijo, quien, por otra parte, ya compartía vida con Afiya, su primera esposa. La reclusión de Omán se produjo tras las falsas acusaciones de un personaje celoso del propio Es Saheli. ¿El motivo? Creía que mantenía relaciones con Abdalá, un efebo de la ciudad al que consideraba propiedad suya. ¿La verdad? No era así, por más que en su infancia ambos llegaran a experimentar algo más que una simple amistad. Pero en aquel momento Es Saheli no correspondía a Abdalá, que si seguía enamorado de él. Y como el amor es origen de necios y apasionados actos, el chico, sin el conocimiento de Es Saheli, atrajo al denunciante para que los dos fueran pillados fornicando. Yusuf, uno de los ulemas fundamentalistas de Granada, fue el encargado de tramitar la pertinente denuncia.

Como consencuencia, Abdalá y el traidor fueron sentenciados a la lapidación. Es Saheli fue testigo de ella y ajustició a su inolvidable amigo con una piedra colosal, evitándole así un mayor sufrimiento. A partir de ahí su vida cayó en picado. Afiya le dejó, consciente de que el anacardo ejercía sobre él más poder que su propia esposa. En la decisión también influyeron, que duda cabe, sus contínuas infidelidades. Al mismo tiempo, sus excesos verbales de poeta nocturno le llevaron a ser condenado por apostasía. Se salvó de la pena de muerte por sus influencias y amistades. Pero le cayó encima la losa de diez años de destierro.

Odisea

Acompañado de su fiel Jawdar, el hijo ilegítimo del notario que le dió su primer trabajo, embarcó en Almuñécar rumbo a El Cairo. Allí contó con la protección del rico mercader Al Kuwayk. Visitó las ciudades de Damasco y Bagdad e incluso el desconocido Yemen, empapándose de todas las corrientes del Islam que de esos lugares emanaban. En su primera aventura en Egipto, una enfermedad de Jawdar le hizo adentrarse en los misterios de Luxor para requerir la ayuda de un mago. Su esclava Kohl, otros de sus amores, le animó a ello. Con el resultado pretendido, esto es, la sanación de su amigo, pero con el susto en el cuerpo de haber estado a punto de morir sepultado a los pies de una tumba faraónica. El éxito de su aventura no impidió que Kohl lo abandonara ya con un hijo suyo creciendo en su vientre.

Una nueva vida

La austera peregrinación a La Meca puso punto y final a su proceso de regeneración espiritual. Corría 1924. Allí, en la ciudad santa conoció a Kanku Musa, rey de los negros y a quien cayó en gracia desde el primer momento. Es Saheli accedió a acompañarlo hasta Tombuctú, donde se instaló un año después tras haber emprendido el regreso a la vera del río Níger. Ya en su nueva viudad, llegó su momento para empezar desde cero. Sus versos cautivaban constantemente al rey y sus secuaces y, en consencuancia, su popularidad aumentaba día tras día. Solo le faltaba casarse. Lo hizo con una adolescente negra que le cuidó y le amó hasta el mismo día de su muerte.

Pero todos los cariños que recibía en casa no compensaban su anhelada e incumplida pretensión de convertirse en arquitecto. Acudió a Kanku Mussa con el objetivo de que accediera a nombrarle como tal. Y lo consiguió. El rey le encomendó la construcción de una mezquita que estuviera a la altura de las levantadas en La Meca o Bagdad.

A Es Saheli le encontró hallar la inspiración. Y la encontró en la tierra. "Poeta soy, y la arquitectura es la poesía del barro y la piedra. Por eso, al igual que canto y recito, algún día levantaré palacios y mezquitas", había escrito. Y, como si se tratase de una premonición, así lo hizo. Encontró en el barro su poderosa arma constructiva, para alegría del mismo Kanku Mussa, que vio en su nueva mezquita la humildad que siempre había querido para su edificación más trascendente.

Última aventura

El genio granadino ya se había hecho un lugar en la Historia, pero el futuro aún le aguardaba un par de sorpresas. Como embajador del rey de los negros en Fez se le encomendó la misión de paz en el norte de África. Y también cumplió con este propósito. No sin antes haber estado a punto de morir de nuevo como consecuencia de un envenenamiento culinario. Tras su recuperación, se hizo más firme aún la nunca abandonada intención de regresar a su añorada Granada. A su favor jugaba que la distancia que le separaba de la ciudad era escasa. Pero su inseparable Jawdar había caído enfermo en Tombuctú y Es Saheli regresó a Malí para presenciar las que creía que eran las últimas horas de su amigo. Y así atravesó de nuevo el desierto.

Cuando llegó, habiendo perdido a muchos acompañantes por deshidratación e inanición, Jawdar le recibió totalmente recuperado. Además, cuatro esposas y 16 hijos le esperaban como agua caída del cielo. Entonces comprendió que su figura pertenecía a Tombuctú y a su tierra, la que tanto reconocimiento le otorgó. Su oficio le permitió seguir construyendo obras para el recuerdo, siempre partiendo de la naturaleza como método de ejecución. Y fue en una de ellas donde le visitó la muerte.En 1346 encontraron el cuerpo de Es Saheli en el patio de la mezquita de Djinguereiber. El considerado padre del 'arte sudanés' había grabado para siempre su nombre en la Historia. Pero en Granada, la ciudad que siempre amó, pocos se acordaron de él.

Nota

Toda la información se ha extraído de la biografía novelada de Manuel Pimentel, titulada "El arquitecto de Tombuctú". Huelga decir que su lectura es más que recomendable. Sobre todo para los granadinos como Es Saheli.

http://www.ideal.es/granada/20121022/local/granada/saheli-genio-granadino-perdido-201210220030.html

أبو إسحاق إبراهيم الساحلي (ولد في غرناطة، وتوفي في تمبكتو). فقيه شاعر ومهندس معماري

الأحد	الإثنين	الثلاثاء	الأربعاء	الخميس	الجمعة	السبت
					1	2
3	4	5	6	7	8	9
10	11	12	13	14	15	16
17	18	19	20	21	22	23
24	25	26	27	28	29	30

Abu Haq Es Saheli, un genio granadino perdido en la Historia

Abu Haq Es Saheli, un genio granadino perdido en la Historia

رد: Abu Haq Es Saheli, un genio granadino perdido en la Historia